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En el Laboratorio de Anaplastología de Javier Santolaria Alastruey, cada caso representa un desafío único y una oportunidad para transformar vidas. Hoy queremos compartir una experiencia especialmente significativa: la de un joven que, tras un grave accidente de tráfico, ha logrado recuperar su imagen facial y parte de su funcionalidad gracias a un meticuloso proceso de reconstrucción postraumática.

Este paciente sufrió severas secuelas en la región malar y orbitaria, una combinación de lesiones que no solo comprometía su apariencia externa, sino también su estructura interna. Tras una primera fase de evaluación, se diseñó un plan de intervención multidisciplinar que ha ido dando pasos firmes hacia una rehabilitación integral.

Reconstrucción ósea con tecnología personalizada

El primer gran reto fue la reconstrucción del hueso malar y del suelo orbitario. Para ello, se recurrió a una prótesis customizada en titanio, diseñada específicamente para adaptarse a la anatomía del paciente y devolverle la forma y el soporte estructural de la zona afectada. Esta técnica, cada vez más utilizada en casos complejos, permite no solo mejorar la simetría facial, sino también facilitar la colocación de futuras prótesis externas.

La reconstrucción malar y del suelo orbitario permitió estabilizar la región, abrir paso a la funcionalidad y preparar el terreno para la siguiente fase: la adaptación de una prótesis ocular interna que proporcionara soporte y restaurara la forma interna de la cavidad orbitocraneal.

Implante ocular Suppor: recuperación desde el interior

Una vez finalizada la reconstrucción ósea, se colocó un implante ocular Suppor, que cumple un doble objetivo: restaurar la anatomía interna del ojo y servir como base para una futura prótesis ocular externa. Este tipo de implantes son fundamentales para lograr un resultado armónico, tanto a nivel estético como funcional, y constituyen un paso intermedio esencial en pacientes que han perdido el globo ocular.

La precisión en la colocación del implante y su integración con el resto de estructuras es clave para conseguir una buena movilidad y adaptación posterior.

Reconstrucción postraumática

Prótesis ocular externa: el paso visible hacia la normalidad

En la jornada más reciente de este proceso, se ha realizado la adaptación de la prótesis ocular externa, diseñada a medida para el paciente. Esta prótesis no solo cumple una función cosmética, sino que tiene un profundo impacto emocional. Devolver al rostro una apariencia simétrica y natural ayuda al paciente a recuperar su identidad, su autoestima y su confianza en la interacción social.

La expresión facial, tan importante en la comunicación humana, se ve notablemente mejorada con la correcta integración de una prótesis ocular adaptada con criterios técnicos y artísticos. Las imágenes que acompañan esta publicación reflejan este avance, mostrando un rostro armonioso, equilibrado y expresivo.

Un trabajo en equipo que va más allá de la técnica

Es importante destacar que este tipo de intervenciones no serían posibles sin la colaboración entre profesionales de distintas disciplinas. En este caso, queremos agradecer especialmente la labor de la Dra. Clara Carracha y del Dr. Henrique Oliveira, cuya implicación ha sido fundamental en las fases quirúrgicas y de coordinación.

Por su parte, Javier Santolaria Alastruey ha aportado su amplia experiencia como técnico anaplastólogo en el diseño, fabricación y adaptación de las prótesis que han hecho posible esta transformación. Con más de dos décadas dedicadas a la anaplastología, Javier ha desarrollado soluciones altamente personalizadas que buscan no solo restaurar anatomía, sino también devolver la identidad y mejorar la calidad de vida de quienes han pasado por situaciones extremas.

Desde su laboratorio, se desarrollan prótesis faciales, oculares, auditivas y otras adaptaciones con precisión técnica y sensibilidad estética, siempre al servicio del bienestar del paciente.

Próximos pasos: movilidad palpebral y rehabilitación funcional

El proceso de recuperación no ha terminado. En las próximas semanas, el paciente iniciará sesiones de fisioterapia especializada para trabajar la rehabilitación muscular palpebral. El objetivo es mejorar el tono y la movilidad de los párpados, algo fundamental para que la prótesis ocular funcione de manera natural, sin comprometer la expresión facial.

La musculatura orbicular es clave en la integración protésica, por lo que una buena respuesta a la terapia física marcará la diferencia en el resultado final. Gracias al compromiso del equipo de fisioterapia y a la motivación del propio paciente, se espera una evolución positiva en este aspecto.

Mucho más que estética

Este caso es un claro ejemplo de cómo las prótesis faciales no son solo elementos estéticos. Su impacto va mucho más allá. Permiten a las personas reconstruir no solo su rostro, sino también su historia personal, su manera de relacionarse con el entorno y su percepción de sí mismas.

En situaciones tan complejas como esta, la combinación de tecnología, conocimiento técnico y sensibilidad humana es esencial para alcanzar resultados que transforman vidas.

Desde el Laboratorio de Anaplastología, seguiremos acompañando al paciente en este camino de recuperación. Muy pronto esperamos poder compartir imágenes del resultado final, que serán testimonio de un proceso exitoso y profundamente humano.

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